El Amor, Simple y Sencillo Por Jass Bernal




Me sorprende el miedo que tenemos de amar. Creemos que si damos amor nos vamos a vaciar, lo dosificamos, lo repartimos y peor aún, lo condicionamos.

Nos han enseñado a cuestionar y a juzgar a quién debemos dar amor y cuánto y cómo pero es hora de re-aprender.

Todos los conceptos con relación al amor a los que estamos acostumbrados hablan de que es hermano siamés del dolor y hemos generado un mundo tan inaccesible alrededor de él a partir de nuestro pensamiento que ¿cómo no sentir miedo de adentrarnos en el laberinto complicado del amor?

Filósofos, poetas, músicos, psicólogos y locos han compuesto un sinfín de definiciones tratando de explicarlo.

El amor como todas las cosas bellas de la creación goza de una simpleza tan extraordinaria que no creemos que sea tan poderoso y tan fácil sentirlo.

Es una energía que se percibe en emoción, se calienta el pecho , vuelan mariposas en el estómago, el cuerpo siente una ligera embriaguez y de pronto te sientes suspendido en una profunda y reconfortante paz… el cerebro se da cuenta que algo sucede, trata de explicarlo, lo interpreta y lo convierte en un sentimiento. Pero el cerebro no da tregua, necesita saber qué provocó esta emoción, aquí es cuando nuestra confusión surge tratando de explicar el amor. 

Por citar una frase de ejemplo dicen por ahí “que los hijos y los maridos por sus acciones son queridos”. Esperamos que alguien haga algo por nosotros para amarlo. Relacionamos el amor con una acción y un beneficio que debemos recibir a cambio. Erich Fromm lo llama el amor inmaduro.

Después lo clasificamos: amor paternal, amor pasional, de hermanos, hacia los amigos, hacia nuestras mascotas e incluso hacia las cosas materiales que poseemos, aquí asignamos una cantidad y lo dosificamos, decidimos cuánto y a quien amar. Empezamos a condicionarlo.

Contrario a lo que creemos el enemigo mas grande del amor es el miedo, no el odio. Realmente evitamos amar por miedo a que nos duela, a que no nos regrese lo que damos, a que no nos amen en la misma medida… sí, el dolor aparece aquí, cuando amamos a partir de la expectativa y de la necesidad.

Todo este complejo laberinto lo hace nuestro cerebro de acuerdo a nuestra educación, valores, prejuicios, heridas emocionales, sobre todo expectativas y necesidades básicas pero es una ilusión de nuestra cabeza.
No podemos controlar al amor, intentarlo es inútil, tampoco se puede negar, todo ser humano tiene la capacidad nata y natural de amar, ya que es una corriente que fluye desde nuestra conexión con lo divino. No se clasifica, es uno solo; la misma energía manifestada de diferentes maneras e intensidades: en amistad, en paternidad, en sexualidad, en espiritualidad, etc.

Jesús dijo “ámense los unos a los otros, como a sí mismos”, no explicó cómo hacerlo porque el amor no se planea, no se piensa, no se filtra, se libera desde lo más profundo de nuestro corazón de manera espontánea.

El amor es ilimitado, es una energía, no se destruye, se proyecta en un deseo de bienestar.

Es así de simple, el amor es el más puro y sencillo deseo de bienestar para ti mismo y para otros seres. Es desear que el otro “esté bien”. Nada más.

Es difícil describir cómo se siente el amor, estoy segura de que lo has sentido muchas más veces de las que te imaginas, más o menos así: calor en el pecho, que se extiende a todo el cuerpo, relajación profunda, serenidad, sensación de plenitud y en tu pensamiento la frase de “deseo que esté bien”, hasta ahí.

Pon atención a alguna situación de la vida diaria, cuando escuchas a alguien contar sus sueños en el camión, cuando eres testigo de una escena que te conmueve, cuando sabes que alguien sufre y de pronto sólo se te viene a la cabeza “deseo que todo esté bien”, observa en dónde y que sientes cuando lo piensas, seguro se te llena el corazón y puede ser que ni sepas quién es, te ha pasado? Amas más de lo que tú crees, hazlo consciente y date cuenta de lo fácil que es amar.

Jass Bernal
Terapeuta Holístico en El Plan A

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Publicación original: http://www.revistaik.com/amar-duele-mito-nos-reprime/

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